A principios de junio se celebraba la Semana Cultural del Colegio Público Horacio Fernández Inguanzo, de Morcín, en la que ya tuve la ocasión de participar en repetidas ocasiones.
Dedicada al concejo de Morcín, un lugar maravilloso en el Montaña Central Asturiana, participé con una pequeña colección de obras titulada "Terra", para que desde ya desde bien temprano los más pequeños también puedan disfrutar del arte en sus distintas variantes. Os dejo algunas imágenes así como el texto que se utilizó para el alumnado.
EXPOSICIÓN TERRA
Semana Cultural 2023 C.P. Horacio Fernández Inguanzo
Acercar el arte, especialmente la escultura, a los más pequeños es de vital importancia. A través de la experiencia artística, los niños y las niñas desarrollan su creatividad, imaginación y sensibilidad estética. La escultura les permite explorar el espacio tridimensional, interactuar con diferentes materiales y formas, y expresarse de manera única. Además, les brinda la oportunidad de apreciar y comprender el arte como una forma de comunicación y de conexión con el mundo que les rodea. Al fomentar el contacto temprano con la escultura, se cultiva el amor por el arte y se sientan las bases para una vida enriquecida por la belleza y la expresión artística.
Esta pequeña exposición quiere poner de manifiesto algunas de las peculiaridades de nuestra tierra como son los hórreos o el paisanaje asturiano. Comienza con la obra “Terra”, que rinde homenaje a la figura de la mujer rural. El sustento de una sociedad matriarcal como la asturiana que lucha en toda su geografía y en todos sus ámbitos socioculturales por salir adelante. Esta obra fue seleccionada en el año 2018 en el XIV Certamen Nacional de Pintura Contemporánea "Casimiro Baragaña", convocado por la Fundación Municipal de Cultura del Ayuntamiento de Pola de Siero.
Delante podemos observar “Terra azul”, la versión escultórica de la anterior obra. La transformación de su naturaleza clásica para evocar la libertad. Terra se complementa cuando el azul del cielo y el azul del mar se funden en una sola dimensión de inmensidad. El color del silencio y la quietud pierde su mirada en un rincón del infinito.
A continuación, pasamos a ver la escultura “De meu/de mio”. La obra pretende que el espectador reflexione sobre el abandono de los hórreos, símbolos inconfundibles de la identidad asturiana. Con su estructura única y su resistencia al paso del tiempo, representan el legado ancestral de nuestra región. Son testigos mudos de las tradiciones y el apego por la tierra asturiana. Cada hórreo cuenta una historia, reflejando la pasión y el orgullo de un pueblo arraigado en sus raíces, recordándonos la importancia de valorar nuestra historia.
Con esta escultura el propio hórreo cobra vida y reivindica su lugar, su identidad, su derecho a permanecer en pie mostrando la grandeza del ingenio humano y de sí mismo. El uso de materiales reales como el propio “pegoyu” de un hórreo y una muela auténtica de molino invita a pensar que la obra comenzó hace algunos cientos de años cuando la semilla del árbol germinó.
Para terminar, nos acercamos a la escultura “Ya nadie sabrá su nombre”, en la que identificamos a una persona mayor con un gesto entre reflexión, preocupación e incluso la resignación. Con la mirada perdida en su entorno inmediato, el lugar al que pertenece. Todo tiene un nombre, todo forma parte de la historia, esa historia que se escribe en cada piedra, cada linde, cada recuerdo; entendida por solo aquellos que la forman.
Lo que algún día fue memoria viva de un pueblo. Los hitos de una tierra que forjaron la identidad y el alma de sus hijos. ¿Cómo sabrán su nombre? Cómo sabrán su nombre, cuando yo ya no esté...